'La frustración y la desesperación son insoportables. Nos llegan noticas de que están torturando y deteniendo a nuestros familiares en El Aaiún y no podemos hacer nada. Entended que la impotencia y la agresividad se nos disparan'. Quien habla es Luchaa Saleh, un saharaui de 24 años que ha nacido y ha vivido siempre en el 27 de Febrero, el más pequeño de los cinco enclaves del desierto argelino que habitan los miles de saharauis que en 1975 huyeron de la Marcha Verde. Organizaciones humanitarias como Human Rights Watch los cifran en 135.000, pero los números no están claros. El del censo ha sido siempre un escollo de peso en el conflicto saharaui.
Luchaa lleva unos días muy agitado. Como él, cientos de jóvenes de Smara, Aaiún, Dajla y Auserd -los campamentos tienen los mismos nombres que las ciudades del Sáhara- cumplen a rajatabla una agitada agenda de reuniones y manifestaciones frente a las diversas sedes del Frente Polisario, el gobernante en el exilio. Y lanza un mensaje claro: quieren ir a la guerra para recuperar una tierra en la que nunca han podido vivir.
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