Una esperanza para los que viven sin papeles, hay 15 millones de personas sin nacionalidad.
"Quitarte la nacionalidad es quitarte la vida; es como regresar al mundo primitivo de los hombres de las cavernas o los salvajes... Podrías morir y no dejar rastro". Esta frase de Los orígenes del totalitarismo (1951) describe el desgarro de la pensadora alemana Hannah Arendt, apátrida durante 16 años. Un sentimiento que comparten cientos de saharauis indocumentados en España. Por eso decenas se miran en el espejo de una compatriota a quien el Tribunal Supremo reconoció como apátrida en noviembre.
La sentencia ha hecho que los alrededor de 100 extranjeros que solicitaban cada año hasta 2007 ser reconocidos como apátridas -de los que únicamente lo conseguía un 4%-, se han convertido en más del doble en 2008. Tras el pequeño revuelo causado con la sentencia, la apátrida prefiere seguir en el anonimato.
La sentencia ha hecho que los alrededor de 100 extranjeros que solicitaban cada año hasta 2007 ser reconocidos como apátridas -de los que únicamente lo conseguía un 4%-, se han convertido en más del doble en 2008. Tras el pequeño revuelo causado con la sentencia, la apátrida prefiere seguir en el anonimato.
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